Rinoplastia

La nariz, el foco central
de nuestra expresión facial

La rinoplastia se centra en la nariz, el órgano por el cual absorbemos la ingente cantidad de olores que existen, es a la vez el foco central de nuestra expresión facial. Ésta contribuye estéticamente en nuestra autoimagen, revelando aspectos tan íntimos sobre nosotros mismos como nuestra edad.

Una de las consultas más frecuentes que recibimos en Herrero Jover Médicos es acerca de la modificación de la pirámide nasal. Si analizamos detenidamente un rostro, comprobamos que la estética, interés o atracción de su conjunto proviene básicamente de las características de sus ojos o de la forma de la boca.

La pirámide nasal, en este análisis, se visualizará en el momento en que distorsione las proporciones. Si éstas son armónicas, pasará desapercibida. Es por este motivo que el o la paciente, percibiendo dicha desarmonía, solicita su modificación.

Este proceso deberá ser estudiado en profundidad y con detalle, ya que el objetivo último será tener un resultado armónico y que la cirugía pase totalmente desapercibida. Dado que el desarrollo de la pirámide nasal es tardío y suele coincidir con la adolescencia, convendrá esperar a su completa formación para valorar el proceso quirúrgico.

Para ello seguimos un proceso medido, que pretende estandarizar cuidadosamante los pasos que se necesitan para llevar la operación hacia el éxito

Puesto que no hay dos caras iguales cada intervención debe estudiarse con detenimiento.

La Rinoplastia puede aumentar o disminuir el tamaño de la nariz, moldear la punta o el dorso nasal, su anchura o longitud, corregir las desviaciones del tabique y obtener una óptima funcionalidad. Pero siempre con el objetivo de conseguir una nariz de forma y proporciones naturales, conforme a las características morfológicas faciales de cada individuo.

Desde una visión anatómica, la nariz es un órgano tridimensional de enorme complejidad no solo interiormente sino también por los elementos que la conforman exteriormente. Empezando por estos últimos, deberá valorarse la calidad y estructura de la piel ya que ésta es diferente en el dorso y en la punta. Esta piel podrá ser fina hasta casi transparente o gruesa con importantes glándulas sebáceas. Su estructura determinará parte del procedimiento a realizar.

El dorso propiamente dicho está conformado por elementos muy diferenciados, hueso a nivel superior (huesos nasales), hueso a nivel lateral (apófisis ascendentes del maxilar), cartílagos cuadriláteros sobre dichas apófisis y un soporte central formado por el tabique nasal que a su vez es cartilaginoso en su porción anterior y óseo en su porción posterior.

Finalmente, la punta nasal está soportada por dos cartílagos (cartílagos alares) que conforman una cúpula que permite mantener los orificios nasales o narinas abiertas. Dichos cartílagos tienen un grosor de micras, menos de un milímetro, y su forma curvada o cupular conformará un importante aspecto estético facial.

Se dice que la rinoplastia es la firma del cirujano plástico ya que toda esta complejidad anatómica, su configuración tridimensional, su situación en el centro de la cara y la importancia en la obtención de un resultado que pase desapercibido, harán de su estudio y procedimiento algo extremadamente importante.

En la primera visita es decisivo que el paciente comunique con claridad al cirujano lo que espera obtener de la intervención y le exprese todas sus dudas al respecto. La comunicación inicial será de gran importancia ya que a partir de ella se plantearán, no solo los objetivos, sino las pautas iníciales de corrección.

En Herrero Jover médicos, valoraremos estas consideraciones solicitadas, así como la forma, el tamaño y la estructura de la nariz, el tipo de piel, las características del resto de los tejidos anteriormente mencionados y los rasgos faciales, sin olvidar que la nariz tiene una función prioritaria como órgano respiratorio.

Una vez realizado el estudio previo y gracias a la planificación obtenida, el procedimiento quirúrgico será muy cuidadoso y exacto y no superará los 60 minutos.

Actualmente tenemos un abanico muy amplio de técnicas quirúrgicas destinadas a modificar los diversos problemas de la pirámide nasal. Cada estructura anatómica será tratada de una forma diferente y podremos modificar el dorso y su proyección sin tener que tratar la punta o viceversa. Aunque a lo largo de muchos años la intervención se realizaba únicamente con anestesia local, hoy gracias a los avances farmacológicos aconsejamos su realización con sedación o con el paciente dormido.

Si bien a finales de los años 90 se preconizó la vía de abordaje llamada abierta realizando una incisión a través de la columela que pasa desapercibida, nosotros preferimos realizar una incisión cerrada a través de las narinas ya que el empleo de nuevas técnicas de cirugía mínimamente invasiva, empleando sistemas endoscópicos, nos permite obtener una mejor visión y proceder a una actuación más eficaz. La vía abierta la reservaremos en aquellos procedimientos complejos, rinoplastias secundarias o traumáticas. Estos nuevos procedimientos nos permitirán esculpir la pirámide nasal para obtener el resultado deseado, minimizando los riesgos que comporta un acto quirúrgico más agresivo.

Unos cuidados meticulosos y fieles a la prescripción médica ayudarán a conseguir los resultados estéticos deseados con las mínimas molestias. El postoperatorio no es doloroso y si bien aconsejamos generalmente el ingreso hospitalario durante 24 horas, en algunos casos el paciente podrá regresar a su domicilio el mismo día de la operación. Se le recomendará no realizar actividades intensas en dos o tres semanas, estar en reposo relativo y tomar la medicación prescrita (analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos). Se le recordará que ante las ganas de estornudar deberá tomar la precaución de permanecer con la boca abierta.

En la primera visita, al día siguiente de la intervención, se le retirará al paciente el taponamiento nasal para que pueda respirar normalmente. A los cinco o seis días tendrá lugar la segunda visita, en la que la férula de plástico se sustituirá por un esparadrapo de papel que deberá llevarse durante tres o cuatro días más.

El cirujano le recomendará drenajes linfáticos, con una frecuencia de dos o tres por semana, para disminuir la inflamación y los posibles morados. Y se le aconsejará no realizar esfuerzos físicos para evitar golpes accidentales, no llevar gafas hasta pasado un mes, mantener siempre la cabeza en alto y evitar las fuentes de calor como saunas o duchas muy calientes.

La paciente podrá empezar a hacer vida más o menos normal a los siete días del postoperatorio, pudiendo incorporarse al trabajo pasado ese periodo, siempre en función de la actividad que se realice. Los puntos de sutura se le retirarán una semana después de la intervención y se le aconsejará utilizar un protector solar de alta intensidad durante el primer mes. La inflamación podrá persistir hasta los dos meses siguientes a la cirugía y se considerará normal tener una disminución de sensibilidad en el dorso de la nariz, que desaparecerá con el tiempo.

Las cicatrices en este tipo de cirugía son imperceptibles y no requieren de cuidados especiales. Las complicaciones son infrecuentes, si bien en alguna ocasión se requerirá alguna pequeña modificación posterior.

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